A lo largo de la historia del cine se han hecho películas innecesarias e intrascendentes… y luego está Pitufos (2025). ¿Tiene algún sentido, que no sea económico, haberla hecho? Y sí, esa línea anterior podría haber sido toda mi reseña, porque en serio, no hace falta decir más. Pero como ya perdí 92 valiosos minutos de mi vida viéndola, vengo a darles más razones para que no hagan lo mismo.
La historia, nada original, nos cuenta que Papá Pitufo es secuestrado por el malvado hermano de Gargamel, Razamel. De la mano de Pitufina y de un pitufo sin nombre que “se está buscando a sí mismo” (algo nunca antes visto en el cine), se embarcan en una aventura para rescatar a su líder.
Ojalá pudiera decir que, si el guion no funciona, al menos la animación sorprende… pero no es así. Eso sí, intento hubo: se nota que quisieron emular a Spider-Man: Across the Spider-Verse o a Inside Out, pero lamentablemente terminaron entregando una mala combinación entre Dora la Exploradora y estilos de animación que van desde videojuegos en 8 bits hasta anime japonés, pero sin ningún sentido ni coherencia.
Y, para rematar, intentan vendernos un musical. Las canciones son monas, sí, pero ni con la participación de Rihanna logran hacerlas encajar con la imaginería del mundo de los Pitufos, lo que las hace sentirse forzadas e incómodas.
Quiero aclarar que esto no se trata sólo del desgaste de unos personajes sobreexplotados; el verdadero problema es la poca intención y cariño que se le puso a esta película. Aunque, siendo justos, es un mal común en muchas franquicias de animación: ya lo hemos visto con Toy Story o Lilo & Stitch, y lo seguiremos viendo con las nuevas películas de Bob Esponja y Shrek 5 (si es que se llega a hacer). Al final, uno las mira por nostalgia, por el amor a los personajes… pero sabemos que ya no tienen mucho más que ofrecer.
Como sea, podrá ser innecesaria una película más de los Pitufos, pero mientras haya gente que quiera verla y siga pagando por ella, no dudo que en el futuro nos lleguen varias más.