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Scream VI

Si el año pasado una nueva entrega de Scream sacudía las pantallas de medio mundo y volvía a poner esta querida franquicia en el mapa gracias a su lograda mezcla de lo conocido con lo nuevo y a su propio ADN de reinventarse a través de los años y volverse prácticamente incombustible, era de esperar que más pronto que tarde después del éxito cosechado tuviésemos una continuación. Dicho y hecho, pues apenas un año después esa nueva entrega ha llegado, y si alguien acérrimo seguidor de la saga podía albergar algún temor si con las prisas la calidad podía verse perjudicada, puede respirar con tranquilidad porque la calidad en general de la saga sigue a un nivel muy alto y con cuerda para rato.

Después de los últimos asesinatos en Woodsboro a manos de Ghostface, los supervivientes se han mudado a Nueva York para intentar dejar atrás lo acontecido. Sin embargo dicha paz les durará poco, pues una nueva serie de asesinatos comienzan a ocurrir por la ciudad.

Si se ha llegado a una sexta entrega de una saga y a todas luces sigue en plena forma es por algo. Y es que da igual que los años pasen, que haya caras nuevas en el reparto o que los directores y guionistas no sean los que iniciaron esta aventura porque la capacidad para sorprender permanece intacta. Cualquiera que ya esté familiarizado con alguna película de la saga puede tener una idea preconcebida de lo que supone la primera escena, algo que sin duda pone a tono al espectador y es una pequeña muestra de lo que puede venir a lo largo del metraje, y en todas y cada una de las ocasiones logran subvertir esas expectativas del público para crear algo nuevo que al mismo tiempo se siente familiar como la cara de Ghostface. Y con tantos años a sus espaldas, es normal que la cinta quiera homenajearse a sí misma, de una manera más sutil de lo que podría parecer, con su autoimpuesto y legítimo concepto de secuela de una “recuela”, donde lo más fans la disfrutarán sin complejos similitudes a lo visto en Scream 2 e incluso Scream 3 con el cambio de localización, incluso con el mimo puesto en la banda sonora, más parecido a las de las primeras películas.

El hecho de que la acción se haya trasladado a Nueva York no podría haberle sentado mejor, pues gran parte de su campaña promocional se ha basado en decir que al llegar a una nueva ciudad hay nuevas reglas, algo que la película sabe aprovechar muy bien y que con escenas ambientadas en el metro, en una tienda de comestibles, a la salida de un bar, entre un bloque común y corriente de edificios o en la misma calle logra llevar el miedo y la tensión al siguiente nivel sabiendo que dichas situaciones tienen un componente de peligro intrínseco que funciona a la perfección, creando la sensación de terror con un planteamiento simple pero efectivo digno de los mejores slashers y haciendo que el asesino en cuestión resulte temible.

Scream VI

Por supuesto y como no podía ser de otro modo, el comentario social está presente. Pero esta vez tal vez son más pinceladas en la percepción y lo sencillo que resulta modificarla según los intereses mientras que lo principal es ir directo a la tensión que encierra la historia a través de un ritmo vertiginoso y secuencias imborrables donde todo está en juego y puede pasar cualquier cosa. Tampoco deja de lado la sátira sobre el terror, pues renunciar a ello sería renunciar al germen de la propia saga, pero como bien deja clara la escena inicial, esto no se trata únicamente acerca del cine de terror. De hecho, uno de los grandes aciertos del filme es seguir profundizando el vinculo entre los supervivientes de la quinta entrega, tanto entre ellos como de cara al público.

Y si en la anterior película no terminaba de convencerme el rol protagonista de Sam, interpretada por Melissa Barrera, en esta ocasión debo corregirme y decir que la mejoría ha sido notable, tanto ella como el guion parecen estar más cómodos con el trabajo que tienen entre manos y la dupla que forma con su hermana en la ficción Tara, que no es otra que Jenna Ortega, hacen de ambas un dúo imbatible con el punto justo de emoción y complicidad que saben llevar al espectador de la mano a través de toda la acción desenfrenada y que duren muchos años más juntas como las hermanas Carpenter porque es un lujo verlas en pantalla como el corazón de la película.

A la hora de hablar de aspectos no tan positivos solo se me viene uno a la mente, y es que después de toda la construcción de escenas, del desenfreno del ritmo y de que todo esté enfocado a un clímax que debe ser de infarto, y que evidentemente es el punto álgido, que los motivos de este Ghostface sean a mi parecer tan pobres. Pero eso no empaña otra muy notable entrega de la saga, que tras su final deja la puerta más que abierta a una inminente continuación y que si sigue con este mismo nivel, será recibida con los brazos abiertos para el deleite más absoluto.

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