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Reseña de la serie española Selftape

Selftape es un formato de auto grabación de castings que permite que los directores de una película puedan hacer una primera selección sin tener que organizar un casting presencial. Fondo blanco, preparas el texto y te grabas para mostrar al mundo tu talento. Así una vez y otra y otra, en un bucle infinito de prueba y error. De ilusión y rechazo. Hasta que la cámara se vuelve un elemento odioso e imprescindible para los actores.

En ese punto empieza la tercera serie original producida por Filmin después de Doctor Portuondo y Autodefensa. Creada y protagonizada por las hermanas Joana y Mireia Vilapuig. Dos niñas que vemos sonreír a la cámara, hacer el tonto, reírse, ponerse serias, crecer y perder a ratos el brillo infantil de antaño. En sus vidas el amor al cine ha sido una constante hasta tal punto que una y otra dedican su vida a un mundo difícil en el que no terminan de encontrar su lugar. Entre retazos de cintas caseras descubrimos la historia de muchos niños actores que triunfan muy jóvenes y ven como el mundo se rinde antes ellos sin saber que llegará un mañana en el que sean olvido. El formato me recuerda mucho a otra obra maestra que disfruté en Filmin Los años de Super 8. Donde la escritora Annie Ernaux entreteje los hilos de su historia a través de viejas cintas familiares.

Joana revolucionó el mundo audiovisual siendo apenas una adolescente. La niña más famosa de Cataluña, la más bonita, la única chica, la preferida de todos. Son frases que resuenan en pantalla mientras vemos a una actriz a la que cosifican, sexualizan e incomodan con preguntas que no está preparada para responder ni debería tener que hacerlo. A su lado su hermana Mireia, su fiel compañera. Dos niñas que se adoran y comparten todo, sobre todo, su amor por la interpretación. Pero pasa el tiempo, pasa la vida y ambas se enfrentan a la madurez sin tener claro que ha pasado, por qué están ahí y cómo deben continuar.

Selftape

Bàrbara Farré dirige una serie corta, pero intensa, brutal y desgarradora. Llena de miedo, inestabilidad y vulnerabilidad pero también de mucha verdad. La que se desprende de las actuaciones de dos actrices geniales que se meten en el papel más complicado de sus vidas: el de aquellas niñas que fueron. Mientras luchan por sus sueños salen a la luz rencillas familiares, secretos que duelen, abusos normalizados dentro de una industria que arrasa con todo a su paso.

He leído por ahí que esta serie es la venganza de las hermanas Vilapuig ante esa industria. No lo creo. A mi me parece una carta de amor sincero, tan real que duele. De ese que sabes que acabará por destruirte, pero te da igual, ya has elegido. “Encuentra lo que amas y deja que te mate” pensé en esa frase de Bukowski mientras veía a las dos hermanas desgarrarse el alma intentando alcanzar su meta, cayendo y levantándose mil veces. Enfadándose y reconciliándose en un autobús cualquiera al darse cuenta que sus batallas son las mismas y es mejor librarlas juntas.

Puede que la historia que narran en Selftape ya se haya contado antes, muchas veces. Los entresijos del mundo del cine, las intrigas, el rechazo y la precariedad laboral. Pero dudo mucho que se haya contado así, con esa fuerza destructora que Joana desprende y que la convierte, una vez más, en esa actriz revelación de antaño. Y me centro en ella porque leí las palabras de Mireia deseando que el mundo conociera lo gran actriz que es su hermana y por fin la valorara y entendí que es su historia, el relato de aquella niña que se perdió pero ha regresado.

Porque el camino más difícil es el que nos lleva de vuelta a nosotras mismas.

La nota de filmfilicos
Autor/a
(AKA )
Autobiografía: Zulay Montero estudió Periodismo por culpa de su libro favorito de pequeña: Sheila la Magnifica, en el que una niña creativa (y un poquito mentirosa) montaba un periódico durante un campamento de verano. Con el tiempo, la realidad de los medios de comunicación fue rompiendo sus sueños hasta hacerla caer en el lado oscuro de la publicidad. Ahora está de vuelta, retomando su pasión y dejando salir su auténtica voz: irónica, cruel y satírica, esa que se escondía tras la máscara de pretendida cordura que construyó para encajar. También es fan de cantar mal por la calle, estudiar filosofía para que su vida sea aún más absurda y trabajar en marketing mientras monta una ONG de comunicación solidaria. Pura contradicción e hipocresía. Frase: "Tonterías. Solo lo dices porque nadie lo ha hecho nunca" - La princesa prometida
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