Siete Años en el Tíbet
A veces me pasa que soy algo superficial con algunas películas. Las descarto porque, desde su apariencia, me parecen sosas o predecibles. Una de esas cintas era Siete Años en el Tíbet, película de 1997 que gira entorno a la vida del alpinista Heinrich Harrer. Vi la película hace unos días, tratando de darme y darle una oportunidad y el resultado no fue desastroso como anticipaba.
Efectivamente, estamos ante un biopic de gran escala. El director Jean-Jacques Annaud busca convertir a Harrer en un T.E. Lawrence y a Brad Pitt en el nuevo Peter O´Toole. La cinta empieza muy bien, con ese tono aventurero y emocionante que enfrenta al hombre con la gran montaña. Harrer es un deportista laureado que tiene como meta trepar el Nanga Parbat. El austriaco deja a su esposa embarazada para enrumbarse en la aventura, la cual termina teniendo un camino distinto al planeado. La Segunda Guerra Mundial termina de estallar y Harrer es un prisionero de guerra que luego de escapar termina viviendo en el Tíbet donde entabla una amistad con el Dalai Lama.
Este mini resumen de la trama no hace justicia a los varios trayectos que va tomando la película en sus casi 2 horas y media de duración. Buena parte de esos minutos están concentrados en la emoción del escape, en lo desafiante de la travesía y se acompañan de imágenes donde los escenarios llenan la pantalla junto a la original música de John Williams (interpretada por Yo-Yo Ma, nada menos).
Sin embargo, Siete Años en el Tíbet termina perdiéndose en su ambición. La estructura de cinta épica acaba siendo desordenada y los lazos que se dibujan entre Harrer y el Dalai Lama, que aparecen desde el inicio de la cinta, carecen de la profundidad que el guion quiere presentar. Harrer es un personaje con una personalidad poco definida y eso se profundiza con la actuación de Brad Pitt que nunca termina de explotar. Más atractivos resultan algunos roles secundarios como el Peter Aufschnaiter que interpreta David Thewlis con la seguridad de quien sabe robar pantalla en todo momento.
Siete Años en el Tíbet está lejos de ser un clásico moderno, pero mantiene la forma de ese cine noventero pomposo que producía Hollywood, donde una gran historia era sometida al star power de un Brad Pitt o de un Tom Cruise. Ver títulos de este tipo, cada cierto tiempo, es un ejercicio de nostalgia necesario para entender mejor al cine.