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El regreso de Mary Poppins | Blog de cine

Cincuenta y cuatro años han tenido que pasar para que la niñera más famosa y prácticamente perfecta en todo volviese a llamar a la puerta de la familia Banks. Y después de todo ese tiempo, ni los Banks son los mismos, ni la propia Mary Poppins es la misma y el público ya ha crecido. Pese al paso del tiempo, ¿la película consigue estar a la altura y rescatar del baúl de los recuerdos toda esa magia que hacía a la original tan especial?

Situados en los años 30 durante la Gran Depresión en Londres, Jane y Michael Banks son adultos. Ambos son padres, y en el caso de Michael, padre soltero. Ninguno pasa por el mejor momento de sus vidas, pues están a punto de perder la casa. Pero pronto aparecerá en su camino Mary Poppins para ayudarles, devolverles la felicidad y recordarles que es posible soñar.

Desde hace unos años, Disney y todos sus productos parecen llevar por lema el “si no está roto, para qué arreglarlo”, y esta secuela tardía no es la excepción. Ahí ya entran en juego los gustos personales de cada uno si quiere algo más original o algo que se asemeje a la fórmula de antaño. Por lo que, si eres una de las personas que se preferiría la segunda opción, estás de enhorabuena. Si por el contrario prefieres algo más rompedor, es posible que te lleves una decepción, ya que con este regreso de Mary Poppins la línea entre secuela y remake es especialmente difusa.

El regreso de Mary Poppins

Aclarado este asunto, me gustaría deshacerme en elogios hacia el reparto: Desde que Emily Blunt aparece en pantalla se convierte en la dueña y señora de la función. Claramente el papel le viene como anillo al dedo y ha nacido para ser la famosa niñera sin resultar un calco de Julie Andrews. Es sarcástica, en mandona, es estricta y es amable cuando toca sin despeinarse, y desde luego como ya ha demostrado con anterioridad en cintas como Into the Woods, se desenvuelve con mucha soltura en los números musicales. Por otro lado, la incorporación de Lin-Manuel Miranda como Jack el farolero se recibe con los brazos abiertos, ya que a pesar que su personaje no tenga mucho desarrollo, Miranda posee un carisma innato. Y cuando se juntan Jack y Mary Poppins en pantalla hay una combinación ganadora. Ya como apunte personal destacaría a Ben Whishaw como Michael Banks, quien podría ser calificado como el personaje más humano de todos y que pasa por una malgama de emociones debido a su conflicto.

Si con el reparto han acertado en gran medida y hay cameos que a más de uno le pondrán una sonrisa en la cara, todo su apartado técnico es una delicia y van en concordancia con la situación. Desde el vistoso vestuario pasando por la escenografía en muchas ocasiones muy creativa (la visita a casa de la prima Topsy es un buen ejemplo) o los fantásticos efectos especiales que, como no podía ser de otra manera, incluye una larga secuencia en la que los personajes se integran en un mundo animado. Es una gozada ver como Disney después de casi una década y aunque no sea en la totalidad del filme vuelve a emplear su animación tradicional que tantos buenos momentos ha generado y que están en el imaginario colectivo del público.

El regreso de Mary Poppins

Ciertamente, al director Rob Marshall se le ve muy cómodo dirigiendo números musicales. Hay un buen despliegue de escenografía y cuerpo de baile para ello y sabe manejar la cámara y el montaje de acuerdo con las melodías, no en vano es un hombre curtido en el género tras Chicago o la mencionada Into the Woods, por nombrar algunas. Sin embargo, desearía que las canciones hubiesen sido mejores. Llega un momento en el que todas se sienten muy uniformes y no hay ninguna que sea especialmente memorable. No hubiese estado de más el haber contado con el talento como letrista y compositor de Lin-Manuel Miranda, desde luego, el resultado musicalmente hablando hubiese sido mejor.

A ello hay sumarle el problema de que su tercer acto, o más concretamente su clímax y su epílogo se sienten muy alargados. Podrían haberse acortado un poco y el resultado hubiese sido mejor. Y cómo último apunte, considero que esta nueva entrega es excesivamente edulcorada. Sí, se puede entender el mensaje optimista de que nunca hay que renunciar a los sueños y que no hay que dar nada por imposible, pero es que incluso en la original había momentos muy dramáticos y un tanto oscuros, algo que aquí brilla por su ausencia. A lo mejor es cosa de que habré crecido y la inocencia se ha quedado por el camino, a lo mejor es que hay alguna parte adulta y cínica de mí que no puede decirle que sí a todo, o a lo mejor es que con esta nueva aventura falta la chispa que tenía la película que todos conocemos.

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