Celia Rico Clavellino continua explorando la maternidad, ahora llega con un segundo filme titulado Los pequeños amores que bien podría ser una secuela de Viaje al cuarto de una madre.
Teresa cambia sus planes de vacaciones para ayudar a su madre, que ha sufrido un pequeño accidente. Madre e hija pasarán juntas un verano de lo más sofocante, en el que no conseguirán ponerse de acuerdo ni en las cosas más triviales. Sin embargo, la obligada convivencia removerá más de lo esperado y en las noches estivales Teresa vivirá momentos reveladores junto a su madre.
Intimista, teatral, sin llegar al exceso del llanto, la directora sabe equilibrar el espacio y contar la historia de manera tal que el espectador no se aburra pero tampoco se siente implicado, no fue mi caso.
Hay tantas películas de este estilo en el cine español, está Almodóvar, esta Alauda Ruiz de Azúa que me destrozó con Cinco lobitos, que Los pequeños amores se me queda en un simple esbozo.
La cinta va sobre seguir adelante a pesar de tu madre, de quien te trajo al mundo y a pesar de hacerte mayor sigue pensando que eres una cría. También trata de romper lazos.
Siento demasiada contención en la película a pesar de tener dos grandes intérpretes delante de la cámara. María Vázquez y Adriana Ozores seducen, impactan en sus diálogos y como construyen sus personajes, la frialdad que las rodea es lo que me aleja de la catarsis que espero.
No dudo que Celia Rico Clavellino se encamine hacia una trilogía en la cual cerrará este tema de los lazos maternos fracturados.