Nimona
Junto con la categoría de película de habla no inglesa, la categoría de animación casi más que premiar a una cinta en particular tiene la función de hacer que propuestas no tan conocidas adquieran una mayor visibilidad con la nominación. Y si bien es cierto que la categoría suele estar copada por las propuestas de la dupla Disney o Pixar cada año a la hora de recibir la estatuilla, no hay que perder de vista la gran calidad que generalmente ofrecen estas nominaciones, donde caben desde los grandes estudios como propuestas más personales. El caso de hoy tiene lo mejor de ambos mundos.
Basada en la novela gráfica homónima de Noelle Stevenson, la acción se sitúa en un universo medieval futurista. Ballister Bravocorazón es un aspirante a caballero, una de las posiciones de mayor prestigio del reino cuando es acusado de un crimen que no ha cometido, convirtiéndose en el fugitivo número uno. Su única aliada parece ser Nimona, una adolescente un tanto rebelde a la que le gusta sembrar el caos allá por donde pasa y que además resulta ser un metamorfo, el enemigo mortal de Ballister y del reino.
Antes de comenzar he de aclarar que no he leído la novela gráfica original, por lo que mi opinión solo se basa en lo visto en la película. Sin embargo, sí estoy familiarizada con el tortuoso camino que ha sufrido la producción de este filme hasta estar (gracias a los cielos) prácticamente completada, una historia que podría resultar casi tan fascinante como la propia cinta. Y es que nada más comenzar uno es testigo del derroche creativo que hay en cada fotograma. Desde la brillante idea de una ambientación que coge tanto elementos de la época medieval como motivos cyberpunk pasando por una flamante cantidad de easter eggs a varias ramas de la cultura pop hasta el propio diseño de los personajes, muy alejado de lo que había hecho BlueSky Studios en el pasado y que al mismo tiempo respeta muy bien la esencia del cómic.
Y volviendo al tema de los easter eggs, resulta perfectamente normal que en cuanto a la narrativa haya muchas tramas familiares. Sin embargo, uno de los grandes triunfos de la cinta es que por mucha reminiscencia que haya a películas como Shrek, Rompe Ralph, Luca o Ice Age, por mencionar unas pocas, tiene la suficiente personalidad para marcar su propio camino y ofrecer una historia especial. Una donde el sentido endiablado del ritmo y el dinamismo que proporciona la animación especialmente durante la primera media hora es perfecto. En líneas generales el ritmo y la acción están siempre muy arriba, donde casi no dan tregua al espectador pero sin que en ningún momento este se pueda sentir abrumado y donde hay escenas brillantes en las que la narrativa se pone por completo al servicio del medio a través de transiciones muy visuales, flashbacks en los que sobra cualquier línea de diálogo ya que con las imágenes se crea un pequeño cuento sobre la propia mitología o una secuencia que tiene lugar en el metro donde cabe hasta el recurso de una ruptura de la cuarta pared.
Pero en este caso, la historia no sería lo mismo sin sus personajes. Ballister aunque en un principio pueda parecer el estereotipo de aspirante a héroe caído en desgracia que quiere recuperar su honor y gloria a toda costa experimenta un crecimiento enorme gracias a Ninoma, la verdadera estrella de la función. Y es que por su rebeldía, su falta total y absoluta de vergüenza y sus impulsos más primarios de causar revuelo de una manera hilarante la convierten en un personaje memorable desde su primera aparición. Si además se le suma que tiene el conflicto más interesante de todos debido a su naturaleza monstruosa, la exclusión en la que ha vivido toda su vida, la percepción que puede tener la sociedad sobre ella y el trasfondo inherente que posee con la comunidad LGBT pues termina saliendo un personaje redondo. Porque a pesar de la seriedad del asunto por mucho mundo de fantasía que haya de por medio, la película nunca pierde de vista el tono reconfortante y cómico, provocando que hasta los créditos el espectador termine con una sonrisa en el rostro y una sensación auténtica de haber pasado un rato super agradable mientras que sutilmente ha reflexionado sobre los temas propuestos.
Como espectadores y consumidores debemos criticar a Netflix cuando hacen las cosas mal. Pero también hay que quitarse el sombrero cuando es preciso, y desde luego con su departamento de animación desde hace unos años han ido regalando auténticas joyas como Klaus o Pinocho de Guillermo del Toro. Me atrevería a decir que Nimona también está en ese Olimpo. Ojalá que esa racha de calidad sea duradera.