Underworld: Evolution
Después del cliffhanger final de Underworld se entendía que habría preparada una secuela. Y así fue. Tardó unos tres años desde la anterior entrega en llegar pero hubo continuación. De esta manera nos llegó Underworld: Evolution para unos cuantos que la anterior nos había gustado bastante. Es precisamente de esta película de la que os hablo hoy después de breve resumen de la trama.
Selene (interpretada por Kate Beckinsale) es ahora una proscrita dentro del clan de los vampiros tras la muerte de Viktor (Bill Nighy). Es por eso que la guerrera de la noche se ha visto obligada a huir con Michael Corvin (Scott Speedman), el híbrido vampiro y licántropo. Aunque la búsqueda de una nueva morada podría verse peligrosamente interrumpida, pues Marcus (Tony Curran), también proveniente del linaje Corvinus, ha probado la sangre de hombre lobo y esto en un vampiro primigenio puede dar como resultado una criatura temible.
Su apartado visual tiene bastante margen de mejora. Pues hay algunos efectos especiales que chirrían mucho, cosa que ya arrastraban desde la anterior entrega. Tampoco ayuda demasiado ese filtro frío perpetuo que tienen todas y cada una de sus escenas. La parte sonora también ha pegado cierto bajón respecto a su predecesora. Pues aquella en algún punto era salvable, aquí sin en embargo no veo que esto sea así.
Al reparto sigue tirando del carro Kate Beckinsale porque Scott Speedman como coprotagonista no podría tener menos carisma, de hecho el personaje de este ultimo es muy prescindible en la película. Tampoco ayuda un antagonista y secundarios que son completamente olvidables. Repite en la dirección Len Wiseman, que aporta alguna capa más al trasfondo que buenamente creó pero no tanta como para que sea atractiva.
Y es que la trama continúa a pies juntillas lo visto en la anterior, tanto es así que si no has visto la primera no te enteras de nada, y desafortunadamente no ofrece nada demasiado nuevo. Bien es verdad que se desvelan cosas de golpe, pero no parece haber pasado ni una semana en el tiempo que transcurre realmente dentro de las mismas películas, algo que con seres tan longevos con los que se trata me parece ridículo. Tampoco ayuda que lo que hacía de alguna manera especial la primera cinta, el híbrido vampiro y licántropo, se repita aquí una vez más con mínima sorpresa y gracia en su ejecución.
Resumiendo, Underworld: Evolution no evoluciona (y perdón por la mierda de chiste) respecto a su anterior entrega. Una pena porque la primera sentó algunas bases buenas. Al menos quedan unas cuantas entregas por delante. Aunque no sé si eso será bueno o malo.
Lo único seguro es que aún nos espera la oscuridad.
