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Hasta los huesos: Bones and all

Pese a que con los últimos años Luca Guadagnino se ha convertido en un director que con cada nuevo proyecto suyo levanta ciertas expectaciones, en mi caso personal tanto con Call me by your name como con el remake de Suspiria lamentablemente me quedé bastante fría, lejos de compartir el entusiasmo que había causado. Sin embargo, con su nueva película mi curiosidad se disparó ya que temáticamente podía tener aspectos interesantes a priori que casaran con mis gustos, como finalmente ha ocurrido. Os hablo de Hasta los huesos: Bones and All.

La historia sigue a Maren, una joven solitaria y con un apetito especial que emprende un viaje por la América rural de finales de los 80 para reencontrarse con su pasado y consigo misma. En su travesía conoce a Lee, otra alma solitaria que también vive en los márgenes de la sociedad y que posee el mismo apetito que ella. En su viaje conjunto por carretera ambos entablaran una relación donde se irán acercando más, tratarán de sobrevivir a los peligros del camino, se enfrentarán a sus pasados y por encima de todo, verán si su amor puede sobrevivir a su condición.

Una de las primeras cosas que llaman la atención nada más empieza la cinta es la aparente simbiosis estilística entre el cine más clásico y la personalidad de realizador más independiente que tiene Guadagnino. La presentación de los personajes y su entorno remite directamente a los años 80, con unos códigos audiovisuales reconocibles por todo tipo de público. Pero cuando el espectador puede pensarse que está ante algo que le resulta familiar, se produce la primera ruptura de cualquier convencionalismo, dando paso a una historia que si no se ha leído detenidamente la sinopsis o si se ha entrado a ciegas a la película resulta una disrupción muy potente. Y aun así, ese afán rupturista y hasta cierto punto provocador no es más que el detonante para adentrarse de lleno en una historia bastante emocionante y con muchas capas que ir pelando poco a poco.

Lo cierto es que si uno observa bien el germen que mueve a Maren en el primer acto puede encontrar muchas similitudes de relaciones familiares y hambre con Eli en Déjame Entrar, el particular apetito unido a ese coming of age de salir a explorar el mundo, valerse por sí mismo y dejar hasta cierto punto apartado el núcleo familiar encierra semejanzas con Crudo o el encuentro con Lee en medio de la carretera como si fueran dos adolescentes perdidos que al final del día no tienen a donde ir, quieren dejarse llevar por el coche, tienen que hacer lo que sea para sobrevivir y la vastedad de ese país que es Estados Unidos, explorando las verdaderas entrañas, y por tanto, el lado menos amable de esas zonas rurales también tiene mucho de los protagonistas de American Honey. Con esto quiero decir que además de las inevitables similitudes temáticas o en algunos casos estilísticas, el filme cubre varios temas muy estimulantes que podrían parecer inconexos pero que tan solo hay que darles un poco de tiempo para que no se indigesten.

Hasta los huesos: Bones and all

Dado que la película se centra en ese viaje por los confines del país y en el despertar de sus personajes protagonistas, no es de extrañar que como cualquier viaje largo tenga momentos más inspirados y otros aquellos en los que parece que el tiempo se dilata, especialmente de cara al segundo acto donde da la sensación de que los protagonistas se dejan llevar y están a su aire antes de que haya un buen punto de giro que les obliga a tomar las riendas de la nueva situación. Es un claro caso donde los punto álgidos ciertamente dejan grabadas imágenes en la retina de los espectadores pero el metraje se siente muy irregular, por mucho que la historia lo justifique.

Al tener un reparto tan limitado y unos medios más bien reducidos, la mayor parte del peso recae sobre su elenco. Y no seré yo la que niegue que tanto Taylor Russell como Timotheé Chalamet hacen un muy buen trabajo como esos dos adolescentes perdidos que al final del día solo se tienen al otro. Pero personalmente quien se roba la función es Mark Rylance como Sully, pues cada aparición suya en pantalla genera tensión dado que nunca se saben cuáles son las verdaderas intenciones de su personaje, consiguiendo que su mera presencia infunda ganas irrefrenables de salir corriendo en dirección contraria y que supone un cambio de registro drástico para lo que el veterano actor venía haciendo de aquí a unos años.

En líneas generales se trata de una propuesta que, aunque tome prestados elementos ya vistos, consigue hacerlos suyos gracias al prisma del realizador italiano. No es un plato para todos los paladares debido a su ritmo y su temática, pero si se tiene hambre de algo diferente tal vez merece la pena echarle un vistazo y que lo visto deje buen sabor de boca.

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