Las brujas de Mayfair. Segunda temporada
Las comparaciones las carga el diablo y siempre que sea posible es mejor evitarlas a toda costa. Pero esa tarea de separar se vuelve más difícil cuando por motivos de causa mayor dos series como Entrevista con el vampiro y Las brujas de Mayfair se venden como parte de un universo compartido, con posibilidad de crossovers y con teórica retroalimentación. Las diferencias se vuelven más sangrantes cuando se ven los resultados de ambas y es incluso peor ver que tras las críticas justificadas a una primera temporada de Las brujas de Mayfair mediocre como poco no se ha hecho nada por intentar cambiar el rumbo o enderezar el timón, dejando mucho más en evidencia sus carencias.
Basada en la trilogía homónima de Anne Rice y siguiendo los acontecimientos de la primera temporada, Lasher ya es un ser de carne y hueso que camina por la Tierra sin un propósito claro. Rowan está decidida a seguir investigando si Lasher es más humano que monstruo para ver hasta qué punto el camino de Lasher está ligado a su destino dentro de la familia Mayfair. Sin embargo, cuando una tragedia se cierna sobre la familia, Rowan deberá dejar a un lado sus deseos más oscuros y tratar de proteger a su familia.
Suele decirse que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y es una pena sacar a coalición este refrán, pues después del resultado obtenido con la infame película de La reina de los condenados uno pensaría que a la hora de abordar el universo fantástico de Anne Rice los responsables de adaptar sus novelas habrían aprendido la lección de tratar el material original con cierto respeto, estudiándolo y tomándose el tiempo necesario para adaptarlo a la pantalla y en definitiva, que los responsables se familiarizasen con la historia, personajes y conceptos que la autora trataba en sus libros. Todo parecía ir viento en popa con la nueva serie de Entrevista con el vampiro, una adaptación brillante en sus de momento dos temporadas que respeta la esencia de las páginas literarias para plasmarla en formato serie y darle un toque moderno sin perder la base por el camino. Pero si el destino de la serie sobre los vampiros se parece más al de la película homónima, el de la serie de las brujas desgraciadamente tiene muchas más similitudes con el de aquella secuela tardía y que no estaba a la altura.
Como seguidora de la saga literaria de las Crónicas vampíricas y de Las brujas de Mayfair, soy consciente que una adaptación perfecta de la novela a la serie es imposible, especialmente en los volúmenes más avanzados cuando la narración (si es que se puede denominar como tal) se vuelve mucho más dispersa, sin un aparente foco y en ocasiones donde suceden eventos y hay alusiones directas a fetiches que no podrían transmitirse jamás por ninguna cadena de televisión. Este ejemplo es muy notable en el segundo libro de la trilogía de las brujas, titulado La voz del diablo, una lectura no apta para los débiles de corazón y que haría que hasta el fan más curtido de David Cronenberg se retorciera de espanto. Dado que con la primera temporada de la serie prácticamente cubrieron la trama del primer libro, era evidente pensar que para esta segunda temporada el terreno a tratar sería el de ese segundo volumen, y a pesar de todo tenía cierta curiosidad en comprobar cómo iban a abordar esa tramo de la historia, quizá con una ligera esperanza de que algunos de los defectos que lastraron la primera temporada se pudieran subsanar un poco, una esperanza que pronto se convertiría en polvo.
El no tener un objetivo claro en cuanto a Rowan o a Lasher, o mejor dicho, que ese teórico objetivo se revele tarde; poblar la historia con más personajes secundarios que no terminan de ser interesantes salvo un par de excepciones, que a esa trama principal se le añadan subtramas que no llevan a ninguna parte, mezclar acontecimientos del segundo y tercer libro de la trilogía tratando de condensarlos en poco tiempo, eliminar tramas que podrían haber dado mucho juego y e ignorar personajes para crear otros nuevos o directamente fusionar a dos personajes de los libros en uno, creando un mejunje sin pies ni cabeza dan una temporada torpe, atropellada y que por sí sola no vale gran cosa para cimentar un universo o directamente cualquier tipo de interés. No todo es malo, pues de vez en cuando hay leves atisbos de creatividad que suman a la historia como la casa de muñecas en el capítulo 5 o todo la trama final donde Escocia se convierte en el escenario principal, pero nuevamente son momentos puntuales por rascar algo positivo.
Alexandra Daddario y Jack Huston como Rowan y Lasher respectivamente siguen estando correctos en sus roles, muy lejos de todo el potencial que tenían sus contrapartes literarias. Afortunadamente, hay dos adiciones en esta temporada que son un bálsamo en cada una de sus apariciones. La primera de ellas es Moira Mayfair, un personaje tiene retazos del material original pero que Alyssa Jirrels logra hacerlo carismático y completamente suyo, y Ted Levine como Julien, quien en todas sus escenas se convierte en una presencia amenazante, retorcida y juguetona pero al mismo tiempo muy divertido, resultando en un adversario de armas tomar.
Quedan muchas dudas sobre si este es el punto final de la historia o tan solo un punto y aparte. Ambas opciones son viables, aunque sinceramente, a estas alturas en lo personal no me importa mucho el desenlace, casi que es mejor que algunos personajes puedan aparecer de manera puntual o esporádica en la serie de Entrevista con el vampiro que dejar que agonicen más de la cuenta.