Godzilla vs. Kong
Después de más de un mes dándoos la turra con este monográfico (toma chiste) a los kaijus ha llegado el momento que estaba esperando (y no era el único, parece) : el estreno de Godzilla vs. Kong. Había ganas de ello y puede que fuera porque es uno de los pocos blockbusters que nos ha llegado en estos tiempos tan extraños para visitar una sala de cine, pero ¿ha merecido la pena? Después de una breve sinopsis os lo cuento.
Tras haber derrotado a todos los titanes, y haber salvado a la humanidad de paso, en más de una ocasión, Godzilla ha atacado sin motivo aparente las instalaciones de Apex Cybernetics. Paralelo a esto, Kong sigue en la Isla Calavera pero esta se encuentra oculta en una cúpula enorme. El motivo de este aislamiento es para que Godzilla no lo encuentre, ya que se trata de dos titanes alfa y un choque de ambos podría suponer el fin de la civilización. Aunque el destino tiene otros planes.
Su apartado visual es una genialidad como nos tiene acostumbrados esta saga. A los efectos especiales más que decentes habría que sumarle una iluminación soberbia. De hecho esta ultima diferencia entre los momentos de Godzilla, algo más oscuros parecido a su primera película reciente, y Kong, con esa luz de atardecer perpetuo que vimos en la suya; y cuando ambos chocan usan ese neón que tan bien funciona estos últimos años. La banda sonora cumple con las expectativas brindándonos algunas melodías bastante épicas aparte de introducir algún tema de rock de los 70 y los 80, que eso siempre queda genial.
En el elenco vemos alguna cara conocida de anteriores entregas, como Millie Bobby Brown y Kyle Chandler, aunque la aparición de este es anecdótica. A ellos se suman actores y actrices de la talla de Rebecca Hall, Alexander Skarsgård y Eiza González, pero quien de verdad se ha llevado toda mi atención (y mi corazón ya puestos) es la pequeña Kaylee Hottle, quien sin pronunciar palabra alguna en todo el metraje atrae toda la atención. La dirección recae esta vez en Adam Wingard, que parece entender bastante bien como funcionan estos dos míticos seres gigantescos. No diría lo mismo de su guionista, Terry Rossio, famoso por hacer los libretos de Aladdin, Shrek o las de toda la saga de Piratas del Caribe, pero aquí no ha tenido quizás el mismo éxito.
Este sobre todo es el mayor problema que le encuentro, un guion se empeñado en darle sentido a demasiadas cosas que tampoco hacen tanta falta. Los fans de esto sabemos a lo que venimos, a que un lagarto y un mono gigante se den de piñas y disfrutar con ello como niños. Está claro que en estas películas hay que tener cierta suspensión de la realidad, pero tanta explicación queda demasiado impostada y casi acaba cansando. De esta manera hay segmentos de la trama que sobran enteros.
Pero no todo son cosas malas. Como he dicho los fans de los kaijus sabemos pasárnoslo bien con esto incondicionalmente. Y es que recoge las tramas vistas en Godzilla (2014), Godzilla: Rey de los monstruos, a lo que habría que sumarle Kong: La isla calavera. De hecho la presente película se siente más como una continuación de esta ultima sobre todo por la parte de la Tierra hueca, que para muchos igual les haya resultado infumable, pero a mí es una teoría que siempre me ha gustado en cualquier medio. No es la única teoría loca que se ve en la cinta, pues está plagada de conspiranoias, que a día de hoy entran estupendamente, si se entiende como el guiño que es, claro. Y hablando de guiños, el que más me ha llegado es el de Neon Genesis Evangelion, que espero y deseo que no haya sido el único en pillarlo. Aunque no ahondaré demasiado en él que con mencionarlo puede que me haya marcado un spoiler.
En resumen, Godzilla vs. Kong es la brutalidad del género kaiju en máximo apogeo a pesar de un guion algo pretencioso que entorpece demasiado. Al menos ha mejorado un poquito lo visto en King Kong vs. Godzilla, pero también es verdad que aquella es un poco esclava de su época y esta contaba con los medios suficientes para superarlo.
Solo puede haber un Alfa. Es cosa de la providencia.