Flash
Últimamente a los superhéroes no les va bien, son decepcionantes sus datos en taquilla y la recepción del público, digamos que se habla de saturación. La última cinta que ha tenido que sobrevivir a los escombros de la era de Internet ha sido “The Flash”, filme en solitario sobre el joven más rápido del universo. Dirigida por el argentino Andy Muschietti, no es la catástrofe que muchos han comentado, es simplemente otro trabajo de alguien con poderes que incluso encuentra algo de identidad en un momento de declive para la industria.
Los mundos chocan en Flash cuando Barry utiliza sus súper poderes para viajar en el tiempo y cambiar los acontecimientos del pasado. Barry intenta salvar a su familia, pero sin saberlo altera el futuro y queda atrapado en una realidad en la que el general Zod ha regresado y amenaza con la aniquilación, pero en la que no hay superhéroes a los que recurrir. A menos que Barry pueda persuadir a un Batman muy diferente para que salga de su retiro y rescate a un kryptoniano encarcelado… Aunque no sea el que está buscando. En última instancia, para salvar el mundo en el que se encuentra y regresar al futuro que conoce, la única esperanza de Barry es luchar por seguir vivo. Pero ¿este último sacrificio será suficiente para reiniciar el universo?
No imaginé que un director de terror (It, Mamá) pudiera enfrentarse a un cómic y salir bien parado, recordemos que el precedente de Sam Raimi fue doloroso. Creo que Muschietti ha rodado esta historia desde un amor profundo hacia el género, como si fuera un niño y esta era la película que quería ver sobre sus propios héroes.
La historia de Flash es extensa, maneja varias líneas temporales y por tanto el metraje tenía que ser de casi 3 horas.
Me pareció simpático y al mismo tiempo osado la manera en que el propio director se burla de DC. Ciertamente la compañía nunca ha levantado cabeza a nivel cinematográfico, Marvel siempre le ha ganado la batalla y este Barry tiene otro tipo de proyección.
Ya teníamos un acercamiento previo a este personaje, CW había estrenado una serie que era digna de cancelarla desde el primer episodio, luego también lo vimos en “La Liga de la Justicia”, otro título fallido. Con las usuales secuencias de acción, con un tono humorístico sin ser “Thor” o los “Guardianes de la Galaxia”, enfocándose más bien en la psicología y lo sentimental, “The Flash” es una película sobre el dolor, el duelo y la necesidad de superar traumas. No es usual encontrar en el universo de DC el tono que abunda en esta propuesta.
Se ha criticado mucho el uso del CGI, los efectos en general y los cameos que aparecen en determinadas escenas. Hacer un recorrido por todos los personajes anteriores de la vida de Barry y de nuestra propia vida es complicado, sobre todo para los que no leemos cómic y que estamos familiarizados con ciertos rostros que ya son para nosotros los héroes.
No creo que a nivel de realización sea la vergüenza de “Shazam”, de “Black Adam” o “Wonder Woman”, me funciona de principio a fin, entretiene que eso ya es mucho decir en estos tiempos. Todo en “The Flash” es un homenaje: desde la música hasta ciertas líneas de guión y la atmósfera de algunas secuencias. Estoy convencida que gran parte del fracaso de la cinta ha sido la polémica alrededor de Ezra Miller.
El actor que ya ha demostrado que tiene talento, con tanta noticia de secuestro, secta y estrangulamiento fue vetado en pleno proceso de post producción y asistió solo a una de las tantas premier. Vivimos una época en la que cualquier error te cuesta la carrera y no sabemos separar el arte del artista. Su interpretación es orgánica, encontrando un balance entre la valentía, el miedo y lo tierno, un personaje complejo porque asume dos roles que son diferentes.
Michael Keaton, el Batman de muchos es según algunos de lo más gratificante de la cinta, no así Ben Affleck. Sasha Calle indiscutiblemente hace que extrañes a Henry Cavill, es de las peores interpretaciones del filme. Michael Shannon como villano, un personaje que quizás se pudo trabajar desde otra óptica. El corazón de la película es sin dudas Maribel Verdú, la española con los ojos más expresivos de la gran pantalla, razón por la que fue escogida, sus escenas con Miller son conmovedoras.
Con una escena post crédito bastante sugerente, Flash termina colocándose en la lista de películas comerciales que entienden totalmente su función y le dan justamente eso al público.
